Inmaculada Concepción de María : Una espera que cree y que ora

Inmaculada Concepción de María : Una espera que cree y que ora

 

Veo a María viviendo el Adviento más profundo y real: EN ESPERA de una madre encinta que aguarda con júbilo el momento del parto, el momento de dar a luz al esperado de los pueblos.

María ABRIO su corazón y sus entrañas a la acción del Espíritu. Fue LA LLENA DE GRACIA. La que se fío totalmente de Dios. Se dejó hacer por Él desde el vaciamiento y el abandono, acogiendo en el seno la Palabra, con el don de la escucha.

María me enseña, nos enseña, a vivir el Adviento desde la sencillez, el asombró y la gratuidad. Desde el silencio y la adoración al Niño que lleva en su seno. Aquel que viene, que ya está a la puerta y llama, queriendo nacer en el corazón de la Humanidad.

Vivir el Adviento a la luz de María Inmaculada conlleva ser personas generosas-interiorizadas-silenciosas-orantes, dándonos del todo al Todo, para que Él puede encarnarse en nuestro interior y vivir en comunión con los hermanos.

Ante la realidad actual y concreta de nuestra sociedad, que vive en su propia carne la Covid 19, nosotras somos llamadas a ser mujeres de fe y de confianza, a transmitir al mundo el júbilo del Nacimiento de Jesús. Porque solamente Él puede erradicar tantas carencias, injusticas, conflictos, como hay en nuestro mundo.

Y con María decimos a Dios: nuestra Humanidad “no tiene vino”, es decir, “no tiene esperanza”, “no tiene alegría”. Dios Encarnado, sé Tú mismo nuestra esperanza, nuestro gozo. Arrópanos con ternura y amor compasivo. Y a ejemplo de María y con su ayuda, que sepamos acoger a tantos hermanos nuestros, necesitados de cuidados como si fueran un niño…, y arroparlos con nuestra comprensión y amor fraterno.

Que María, la “Llena de Gracia”, la elegida del Padre para que se cumpla la promesa, la Encarnación del Verbo, nos ayude a vivir el Adviento con los ojos y el corazón puestos en AQUEL que llega y nos trae la paz, la justicia, el amor, la unidad entre todas las razas y naciones.

María Inmaculada, prototipo del Adviento, haz de nosotras mujeres de esperanza, abiertas como tú a los planes de Dios.