MINI- Cursillo de Hermanas Formadoras

MINI- Cursillo de Hermanas Formadoras

¿DESDE DONDE DAMOS SENTIDO A LA VIDA?

Los días del 22 al 24 de septiembre disfrutamos del curso para hermanas formadoras de nuestra Federación Ntra. Sra. de Aránzazu, en la residencia de los hermanos Maristas en Valladolid.
Las hermanas fuimos llegando y, experimentamos, que el encuentro fraterno, por sí mismo, ya merece la pena una salida de casa y un viaje que cada vez nos cuesta un poco más. También cada vez va creciendo entre nosotras la cercanía y confianza mutua, uno de los fines específicos de la Federación. Un ambiente que hemos experimentado gozosamente en el corto tiempo que hemos convivido. Gracias por ser hermanas.
El P. Ángel Pinedo OFM, especial hermano para nosotras además de asistente, nos introdujo en un tema muy sugerente e importante. Podemos reducirlo a la pregunta que subyace en toda la exposición: “Tiene o no tiene sentido la vida humana” Todas sabemos, al menos teóricamente, que la pregunta por el SENTIDO se hace necesaria en todas las etapas de la vida.
Nos guio en el tema con una metáfora sencilla: El viaje de la vida en un Tren. El nacer es como entrar en un vagón en el que también viajan otras muchas personas. Algunas ven las necesidades de los demás y otras se encierran en sí mismas e incomodando a otras. En el vagón se puede estar de muchas maneras: inquieta, tranquila, aislada o creando vínculos. Un día u otro hay tiene que bajar del tren y el tren sigue, nadie permanece.
Brotan dos preguntas: ¿Dónde va el tren o cual es el sentido final de la Historia? Y ¿Cómo voy a dotar de sentido a mi vida durante el viaje en el tren? El tren se orienta a una tierra prometida, cada una ponemos a qué tierra orientamos nuestro viaje, nuestra vida.
Lo sabemos, pero también sabemos que es necesario profundizar más y más en ello. El verbo del sentido de la vida es amar. Lo expresa muy bien Kierkegaard en “Las obras del amor” dice “No merecería la pena vivir si no pudiéramos amar” No merecería la pena estar si no puedo experimentar lo que significa amar a alguien y experimentar el amor de alguien.
El verbo que da sentido al viaje de la vida es AMAR: Los verbos que se derivan de este gran verbo son: quien ama edifica, genera vida, cuida y perdona. Dios es Amor, es lo que define la naturaleza de Dios. Quien está en el vagón amando, edifica, genera vida, cuida, perdona, conoce a Dios.
En nuestra opción de vida el referente para “viajar” desde este “sentido” es Jesús de Nazaret. Jesús, nuestro Esposo y Señor, fue plenamente hombre, plenitud del hombre en la historia, y plenitud de Dios en la historia. Jesús estuvo en el tren como hombre, como sujeto histórico, treinta y tres años. Jesús estuvo en el tren y está, de otro modo, en nuestro tren dando sentido al viaje desde el Amor.
La experiencia humana muestra que el modo natural de vivir del hombre es con-vivir, vivir con otros. Somos seres para el encuentro, el dialogo y la comunión. Lo cual alcanza su máxima realización en el amor. El amor es la respuesta adecuada a lo que es Dios y a los que es el hombre. Para vivir con sentido hay que permanecer atenta a la propia interioridad y escuchar qué es lo que estamos llamadas a ser y hacer en este mundo.
La reflexión, al descender a nuestra realidad nos hace entrever cuantas veces nos evadimos de esta realidad profunda del ser humano, de nuestra vocación. Nos acecha la rutina, cierta desgana. Podemos atravesar estados de vacío existencial, pero no podemos permanecer en el vacío. Tanto el vacío como la plenitud son experiencias propiamente humanas.
Para terminar este mínimo mensaje de un “viaje”: La vida tiene sentido cuando la autenticidad se convierte en el horizonte prioritario. Es vivir conforme al yo, el yo profundo “imagen de Dios” esforzarse para hacer de la vida un proyecto personal, traducir en hechos la llamada que se ha escuchado en el interior.
Todo ello entrelazado de preguntas verdaderamente incisivas para nuestra vida concreta que las hermanas tratamos de trabajar a nivel personal y compartir fraternalmente.
El tema ha sido muy oportuno y adecuado para alentar y fortalecer la fraternidad federal. Nos hemos dicho y escuchado como hermanas que vivimos un intento de “dar sentido a nuestras vidas” desde nuestra misma vocación. Cada una de las hermanas hemos compartido con profundidad, confianza y sinceridad. Ello ha contribuido a fortalecer los vínculos fraternos y nos ha enriquecido mucho.
Tanto la Liturgia como los paseos han sido tiempos de alegría compartida.
Agradecemos cordialmente a madre Isabel por la organización de este breve tiempo de encuentro.