¡¡¡NAVIDAD!!!

¡¡¡NAVIDAD!!!

¡Paz y bien!

La Navidad es una época entrañable, hermosa. Tiempo de gozo, de alegría, compartir, paz. Época en que conmemoramos el nacimiento de nuestro Salvador, Jesucristo. “El Verbo eterno baja de los cielos,  con nuestra débil carne se desposa” Gran misterio, hermoso misterio, que solo de la mano de María podemos vislumbrar un poco, un poquito…

Y precisamente de la mano de María, nos preparamos para la Navidad. El Adviento es el tiempo de María.

En nuestro monasterio de Ágreda,  celebramos la Novena a la Virgen Inmaculada del Coro, que goza de mucha devoción en este pueblo soriano. Este año, los predicadores, nos hablaron de las virtudes de la Virgen María, alguna de las muchas que le adornan, castidad, prudencia, fe, humildad, obediencia, silencio, esperanza, caridad y alegría. Virtudes que les fueron dadas por ser la Madre del Redentor, Madre de Dios. Madre del Verbo eterno que se ha “desposado con nuestra débil carne”; con esta novena comenzamos a preparar las mantillas, pañales, jubones, la cuna, la casa, ¡el corazón! Pues, repartimos la canastilla al comenzar el adviento, y a cada hermana se le pide vivir una virtud.

Preparamos los belenes, ambientamos un poco la casa. Hacemos las posadas con la parroquia el último domingo de Adviento; los niños vienen cantando aguinaldos y villancicos por las calles,  pidiendo posada para Dios Niño, y al llegar a nuestra iglesia, abrimos nuestras puertas y entran cantando. Les damos una pequeña catequesis del misterio de la Navidad y, al final, rompen la piñata, que le hemos preparado con chuches.

Internamente, también celebramos las posadas con José y María. Celebramos con alegría la misa de medianoche. Cenemos juntas. Adoramos a Dios que nace en nuestros corazones, con una pequeña procesión por nuestra casa.  Cantamos villancicos. Procuramos que esos días sean de fraternidad, alegría, gozo y adoración.

El día de noche vieja, preparamos una pequeña celebración de acción de gracias y adoración con el Santísimo sacramento expuesto. Y al finalizar repartimos los “santos” y hacemos las Alabanzas a la Divina Majestad, realizadas desde el tiempo de Madre María de Jesús de Ágreda.

De manera sencilla, pero profunda, tomando conciencia del Misterio maravilloso de la encarnación, celebramos la Navidad, sin grandes lujos, pero unidas a Jesús por María, orando por todos los hombres y mujeres de este mundo.

¡Feliz Navidad y Venturoso Año Nuevo 2023!