¡Navidad!

¡Navidad!

Yo tenía tanta rosa de alegría,

tanto lirio de pasión,

que entre mano y corazón

el Niño no me cabía…

Dejé la rosa primero.

Con una mano vacía

– noche clara y alba fría –

me eché a andar por el sendero.

Dejé los lirios después.

Libre de mentiras bellas,

me eché a andar tras las estrellas

con sangre y nieve en los pies.

Y sin aquella alegría,

pero con otra ilusión,

llena la mano y vacía,

cómo Jesús me cabía

– ¡y cómo me sonreía! –

entre mano y corazón.