San Francisco de Asís y la Orden Concepcionista

San Francisco de Asís y la Orden Concepcionista

 

     Las Hermanas Concepcionistas Franciscanas, miembros de la Familia Franciscana, encontramos en la experiencia de Francisco, una llamada y un camino espiritual que ha contribuido y contribuye a enriquecer nuestro Seguimiento al Señor.

     Para explicar, a grandes rasgos, la vinculación de nuestra Orden con la Orden de Frailes Menores, partimos de la presencia de los hermanos franciscanos  en la niñez y ambiente familiar de Beatriz.

     Podríamos decir que los hermanos franciscanos han estado siempre presentes en la vida de Beatriz de Silva a lo largo de estos años de historia. Con ellos Beatriz se educa en la devoción de la Bienaventurada Virgen María admirada en su Concepción Inmaculada, pues los hermanos se encuentran presentes en la corte donde ella creció. Encontró en ellos los primeros educadores que la introdujeron en la devoción de la Virgen María en el singular privilegio de su Inmaculada Concepción.  Desde pequeña bebió de esta fuente carismática un amor íntimo y profundo por la Madre de Dios.

En los inicios de la Orden, se hacen presente el apoyo de los hermanos franciscanos, entre los cuales destacamos:

  • El obispo Fray Francisco García de Quijada en el momento histórico que recibe la “Bula Inter Universa”

  • La presencia de seis hermanos franciscanos en su lecho de muerte, que le administraron los sacramentos. Recibiendo su profesión in artículo mortis como delegados del Arzobispo, el Cardenal Mendoza

  • Fray Juan de Tolosa, que conforta y anima a reasumir y encarnar en la persona de sus doce primeras compañeras, las intenciones y el espíritu de Beatriz, y en sus manos emitieron la Profesión.

  • El apoyo de algunos obispos franciscanos que extienden la Orden de la Inmaculada Concepción por el mundo: Fray Francisco Gonzaga o el obispo Juan de Zumárraga.

  • Para el teólogo, Juan Duns Escoto, la Inmaculada Concepción representará uno de los puntos característicos de la escuela teológica franciscana. La reflexión teológica sobre el misterio de María, la apasionada defensa del privilegio de su Inmaculada Concepción será una fatiga de amor que acompañará a los franciscanos hasta la meta de la definición del dogma el 8 de diciembre de 1854.

     Desde nuestros orígenes, los Hermanos Menores y las Concepcionistas Franciscanas, estamos entrelazados en una unión para honrar y alabar a la Concepción Inmaculada de María. Sí, en María Inmaculada encontramos el centro íntimo de unión de las dos familias religiosas.

     La Regla de 1511 con la Bula “Ad Statum Prosperum” del Papa Julio II y las actuales Constituciones Generales están llenas de elementos de la espiritualidad franciscana. Una Orden distinta a la de los Hermanos Menores, pero estrechamente vinculada a ella por el misterio de Cristo contemplado con los ojos de María Inmaculada. Y en ella, hemos encontrado una complementariedad a nuestro carisma y un soporte adecuado para honrar la Concepción Inmaculada de María.

     Compartimos una espiritualidad que se deja notar en muchos elementos de la Regla, con expresiones netamente franciscanas: “Imitar la humildad y pobreza de nuestro Señor Jesucristo”, “usar vestidos pobres y remendados”, “las hermanas…deben desear tener el espíritu del Señor y su santa operación”….estos escritos parecen estar sacados de la espiritualidad franciscana. Francisco ejerce un influjo de atracción y a la vez es corriente de espiritualidad en la que la Orden de la Inmaculada Concepción se apoya y se nutre.

     Nuestra Regla nos invita a vivir los valores de vida de Jesucristo que configuraron la visión espiritual del Señor, por encima de todas las cosas, actitud de disponibilidad y gratuidad, humildad y mansedumbre, fraternidad en igualdad…Son rasgos que provienen de la lectura evangélica franciscana y que constituyen también nuestra espiritualidad.

     Asimismo, podemos resaltar que Francisco está presente y hace de testigo, intercede por cada una de nosotras y nos acompaña en el camino de seguimiento de Cristo, junto a la bienaventurada Virgen María y de todos los Santos.

     ¿Qué contenido daba Beatriz de Silva a este vivir el Evangelio, en su destacada espiritualidad Inmaculista y en un marco Franciscano? nos lo dice el P. Daniel Elcid, Ofm., cuando escribe: “lo vuestro, dentro de la gran familia del pobrecillo, es marianizar lo franciscano”. Esa alegría de Francisco, la alegría del agradecimiento y la entrega, la sencillez, la pobreza, la generosidad, la paciencia y el amor. Y todo ello porque Beatriz, al igual que Francisco, coinciden y se unen en ese amor al seguimiento de Cristo y de su pobrecilla Madre que nos lo dio como hermano.