Los obispos de la Comisión Episcopal para la Vida Consagradasubrayan que el lema de la Jornada de este año Orar con fe, vivir con esperanza es «un certero resumen de la vida contemplativa en este año jubilar». La solemnidad de la Santísima Trinidad nos convoca para volver a pasar por el corazón a los hombres y mujeres que se han consagrado en la Iglesia a vivir a imagen del misterio trinitario.
En este sentido, los obispos recuerdan que «en una existencia que se sostiene orando con fe, a imagen de Jesús, que se retira para encontrarse con el Padre, no caben la apatía, la rutina, ni la desesperanza, sino que su fruto es justamente una vida que se afronta con esperanza, con entera confianza en el Señor y en su querer para nosotros, porque sabemos que solo Él tiene el poder y la voluntad de esperanzarnos y siempre cumple sus promesas».
En esta unión especialísima de oración y vida, fe y esperanza, el fallecido papa Francisco proponía a Abrahán, nuestro padre en la fe, también como «padre en la esperanza». «Abrahán y Sara, en su realidad de ancianidad y esterilidad, son figuras simbólicas que bien pueden alentar una vida contemplativa que ora con fe y vive con esperanza en estos tiempos», apuntan los prelados.
En este sentido, los cristianos estamos llamados a vivir la experiencia firme de la fe de Abrahán, «el cual cree con todo su corazón en el Dios que hace salir a su pueblo de la desesperación y de la muerte, y convoca a todos a la vida a través de un itinerario de fe y esperanza».
Nosotras las contemplativas nos sentimos en este día un poco más Iglesia, injertadas en ella con nuestra vida de oración, trabajo, silencio y soledad. Sentimos como los cristianos oran en este día como nosotras lo hacemos por ellos todos los días. Sí, nuestro camino es orar con fe y vivir con esperanza, esperando la Patria Nueva que se nos dará gratuitamente, para poder alabar y bendecir a Dios por toda una eternidad, junto con María, la llena de gracia, siendo consuelo para la humanidad.