Llegado el día previsto por la Madre presidenta, el día 4 de agosto, fuimos al Monasterio de Ágreda (Soria), las hermanas de la Concepción: Jesús María, Estella y Borja, acompañadas por la Madre Presidenta, el Padre asistente Ángel Pinedo, y nuestras formadoras, las Hnas. Nuria, María José y Reena, para visitar a nuestras hermanas de Ágreda y conocer de muy cerca a Madre Ágreda.
Con alegría inmensa saludamos a las hermanas de allí y ellas nos acogieron con amor fraternal. Deseosas de conocer la vida de nuestra venerable Madre Ágreda, empezamos con una pequeña síntesis de su figura dirigida por la Madre Vianney.
Madre María de Jesús fue una mujer extraordinaria y admirable en aquella época: mística, escritora, evangelizadora y consejera del rey Felipe IV.
Ella se define mucho en sus escritos como una
mujer simple, por su propia condición de ignorancia y flaqueza. Pero era de corazón fuerte y
firme voluntad. Y a la vez una mujer amable, atenta, sufriente, afectuosa, entregada a Dios y a los demás. Enamorada de Cristo y seguidora de María, era perseverante y constante en el orar y muy amante de la Escritura, adentrándose en los personajes del evangelio.
Se podría resumir diciendo que fue una mujer agradable a los ojos del Señor en el ser y en el vivir. Una vida entregada por Dios y por los demás.
Después fuimos a visitar el museo. Allí, escuchando atentamente lo que decía la Madre Vianney, entramos donde vivió Madre María de Jesús a lo largo de su vida. Así la conocímos más de cerca y vivimos aquel momento con ella. Seguidamente fuimos a su sepulcro.
Celebramos la Eucaristía de acción de gracias presidida por nuestro padre asistente. En la homilía, nos habló de la primera fiesta de los israelitas. Ellos celebraban la pascua, que son los pasos del Señor, recordando al resucitado, pero nuestra Madre Ágreda celebraba día a día el recuerdo de la Gracia del Señor. Una vida siempre en conversión, camino, y búsqueda, de escucha y acogida a los demás para ser otra María. Que nosotras la imitemos para seguir a Cristo, poniendo nuestra mano en la mano de María.
Al salir de la Iglesia, nos repartieron un libro de la vida de Madre Ágreda como recuerdo de la visita. Seguidamente, tuvo lugar en el refectorio una comida fraterna. Tras este rato de convivencia, despedimos a las hermanas dando gracias al Señor y a ellas por su acogida, entrega, y generosidad.
Damos gracias a Dios por este día en el que, aunque sea poco tiempo, hemos convivido, celebrado y compartido nuestra entrega y conocido más de cerca la figura de Madre Ágreda.
Agradecemos de todo corazón a las hermanas que han organizado este encuentro fraterno por estar cerca de nuestro crecimiento humano y espiritual. La vida ejemplar de nuestras hermanas como Madre Ágreda, Madre Ángeles Sorazu, y Madre Patrocinio nos estimulan en este camino Concepcionista.