NUESTRA ENTREGA AL SEÑOR EN LA PROFESIÓN TEMPORAL

NUESTRA ENTREGA AL SEÑOR EN LA PROFESIÓN TEMPORAL

PAZ Y BIEN

Nuestra vocación no fue fácil, por tener que dejar a nuestros familiares y amigos, y nuestro país, viajando a una tierra muy lejana en la que no conocíamos a nadie, donde el clima es diferente, así como la comida y la cultura.

Nos fue muy difícil pero el amor de Dios nos ha seducido y nos ha hecho capaces de dejar nuestras costumbres. Poco a poco hemos entrado entre vosotras y hemos aprendido vuestra vida, lengua y carisma. Hemos participado en vuestra forma de vida y, casi sin darnos cuenta, nos hemos ido creciendo en el amor que hoy nos une unas a otras. Y así vamos haciéndonos una sola cosa en Cristo Jesús, para, todas juntas, construir una Comunidad, una familia, conducida por el ideal de seguir a Jesucristo.

Aprendí a vivir la vida contemplativa, a crecer en la oración y la intimidad con Jesús. Conocí a Santa Beatriz de Silva, nuestra Madre fundadora, y lo que más me gusta de su vida es cómo desde su silencio nos habla de la Eucaristía, de la Pasión de Cristo y de María Inmaculada, y su relación de confianza con Ella. En silencio escuchó la voz de Dios, con amor y paciencia, esperando durante treinta años, orando sin cesar, con humildad y mucha fe. De su fidelidad ha nacido la Orden de la Inmaculada Concepción, de cuya vida hoy participo. La luz de su estrella brilló y hasta hoy contemplamos su resplandor. Una vida silenciosa que habla con las obras y hace de Santa Beatriz nuestro modelo de mujer valiente, en su seguimiento de Cristo lleno de amor, fe y esperanza.

También nos hemos encontrado en este monasterio el espíritu de M. Ángeles Sorazu. Ella vivió muy intensamente el carisma concepcionista en su amor e imitación de María en el misterio de su Inmaculada Concepción. Imitó su pureza y con Ella amó a Jesucristo. También dejó una profunda vida fraterna, que se respira en la comunión y la alegría. Así, junto a Santa Beatriz, también M. Ángeles nos estimula con su ejemplo. Hasta hoy sentimos aquí su presencia.

Llevamos aquí cinco años y hemos hecho nuestra profesión temporal el día 25 de abril, fiesta de El Buen Pastor. Estamos contentas y muy ilusionadas en este camino de amor que Dios nos ha regalado. Es como un sueño porque no es por nuestra fuerza que hemos llegado hasta aquí, sino por la gracia de Dios. Nos sentimos muy agradecidas por el don de las hermanas y la fraternidad.

Agradecemos a las hermanas el darnos esta oportunidad de compartir esta alegría que tenemos. Os pedimos vuestra oración para que nos acompañe en este recorrer juntas el camino al que Dios nos ha llamado.

Sor María, Sor Filomena y Sor Rita

Monasterio de “La Concepción” – VALLADOLID