PARÁBOLA PARA LA CUARESMA

PARÁBOLA PARA LA CUARESMA

     El tema del día era el resentimiento y el maestro nos había pedido que lleváramos patatas y una bolsa de plástico.
     Ya en clase elegimos una patata por cada persona a la que guardábamos resentimiento. Escribimos su nombre en ella y la pusimos dentro de la bolsa.
      Como te puedes imaginar algunas bolsas eran realmente pesadas. El ejercicio consistía en que durante una semana lleváramos con nosotros a todos lados esa bolsa de patatas. Naturalmente la condición de las patatas se iba deteriorando con el tiempo. El fastidio de acarrear esa bolsa en todo momento me mostró claramente el peso espiritual que cargaba a diario y como mientras ponía mi atención en ella para no olvidarla en ningún lado desatendía cosas que eran más importantes para mí.
     Todas tenemos patatas pudriéndose en nuestra mochila. Este ejercicio fue una gran metáfora del precio que pagaba a diario por mantenerme en el dolor, la negatividad, el resentimiento.
     Me di cuenta de que, cuando hacia importantes las pequeñeces del día a día me llenaba de resentimiento, aumentaba mi cansancio, no dormía bien y mi atención se dispersaba.
     Perdonar y dejarlas ir me llenó de paz y calma alimentando mi espíritu de poder personal, dejando hacer a Dios en mi vida.
     A veces pensamos que el perdón es un regalo para el otro sin darnos cuenta de que las únicas beneficiadas somos nosotras mismas. “La felicidad yace en la habilidad de perdonar el pasado y disfrutar el presente. Cuando la puerta de la felicidad se cierra, otra se abre…pero a menudo nosotras nos quedamos mirando tanto tiempo la puerta cerrada que no vemos la que ya se ha abierto para nosotras.”
     Muchas veces la persona más importante a la que tienes que perdonar es a ti misma por todas las cosas que no fueron de la manera que pensabas La declaración del perdón es la clave para liberarte.
¿Con qué cosas estás resentida?
¿A quiénes te cuesta más perdonar?
¿Cómo te beneficiaria resolverlas?
¿Qué pasos podrías dar hoy para empezar?
“Aligera tu carga y estarás más libre de moverte hacia tus objetivos”: Vivir en profundidad nuestra hermosa vocación.
EJERCICIO COMUNITARIO EN CUARESMA
Abrid una pequeña reflexión y un pequeño diálogo considerando estas afirmaciones:
  • Jesús sintió la tentación de no ser fiel al Padre.
  • Jesús pudo elegir no ser fiel al designio del Padre.
  • Jesús optó libremente por obedecer el plan de Dios.
  • Jesús pudo abandonar el camino emprendido en cualquier momento.
       Recordamos tantas cuaresmas vividas en comunidad, celebrando la Liturgia, trabajando nuestra oración y fraternidad.
     Compartimos nuestros recorridos cuaresmales fraternalmente. Cómo han cambiado, en qué hemos puesto los acentos, cuáles han sido nuestras prioridades, nuestros logros, nuestros fracasos…
     Cada hermana elabora un pequeño, sencillo y práctico programa personal para vivir con mayor sentido esta Cuaresma como preparación a la Pascua; que sea breve, que no abarque muchos aspectos, que sea evaluable y realista, que pueda hacer.
     El número 40 precede siempre en la Biblia a una renovación, a un tiempo nuevo que se abre. Nuestra Cuaresma quiere que renovemos nuestro corazón según la fe en Jesús y que lo manifestemos junto a la fuente bautismal en la Vigilia Pascual.
     Puede ser conveniente orar con las fórmulas de la renovación de las promesas bautismales y la fórmula de profesión; meditar en ellas durante este período cuaresmal.
ORACIÓN
      Mira con bondad a tu pueblo, Padre, ahora que se pone en marcha hacia la Pascua de tu Hijo en este tiempo cuaresmal, concédenos un verdadero deseo de renovarnos en el espíritu y en nuestra vida consagrada para poder pensar, sentir y actuar según tu voluntad.
      En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias en todo tiempo y lugar. Porque tu Hijo Jesucristo nos enseñó a ser fieles y obedientes a ti; a vencer la tentación con el amor a tu Palabra; a llevar adelante tu designio, con amor, incluso en los momentos de su pasión y de su entrega sangrienta en la cruz. Por eso, nos unimos a los coros del cielo y cantamos, a una voz, el himno de tu gloria. Vivificados con el cuerpo y la sangre de tu Hijo y fortalecidos en nuestra voluntad con su poder espiritual, te pedimos, Padre, nos mantengas en el proyecto firme de vivir cada día más cerca de ti y podamos evitar, así, la tentación.