Con esta frase quiero compartir con vosotras, la alegría que he vivido el día 22 por la tarde. Ha sido una experiencia de amor y sigue siendo lo mismo. La Eucaristía fue celebrada por Don Javi Bernal, nuestro vicario de la diócesis. Éste es el día que actuó el Señor, que me reveló su presencia a través de sacerdotes de la diócesis de Tarazona, hermanos Franciscanos, Frailes Agustinos recoletos, Hermanas de mi Federación y el pueblo creyente de Borja.
Para mí es una experiencia de amor y gratuidad. Una preparación de interioridad y nervios, pero en la celebración Dios me concedió la serenidad para estar llena y centrada.
En esta búsqueda de amor, Dios siempre ha estado de frente de mi vida como columnas de fuego en la noche y sombras en los días de sol. Nunca sentí fuera de su mano. Eso es mi seguridad. Os digo de verdad, Él no deja de estar conmigo en todo momento. Su amor es capaz de transformarme mi barro y hacerme una lámpara encendida que estuviera ante su presencia, diciendo a todos que “Aquí está el Señor”, ven y verás.
Después de cuatro años de preparación en el Monasterio que me han pasado tan rápido, sigue vivo su amor como el primer día. En mi lámpara de vida fue sostenida y cuidada por los encuentros con el Señor, con su palabra de vida, testimonio de las hermanas. Agradezco a todos, especialmente a mis hermanas de comunidad.
Pido a todos que me tengáis en vuestras oraciones para que no apague la lámpara que encendió Sta. Beatriz, mi madre. Yo también pido por vosotros.
